top of page

Crónicas y poemas

Actualizado: 19 dic 2024



Escucho caer la lluvia (Cortazariana)


Acabo de sacarme el día

Lo tenía adherido al cuerpo

Me saqué el aire de mi estudio

las horas de trabajo

Me sacudí el esmog de la avenida

el viaje en colectivos y ascensores

Estoy por acostarme

y escucho caer la lluvia

No hay melodía más exacta

que este mar de nubes

devenido en gotas

cinceladas contra el vidrio

Las escucho caer

una a una

como un collar

que se desgrana contra el suelo

Me deslizo entre las sábanas

Inicio un nuevo viaje

sin el cansancio de las horas

Dormir es despertar

a otro paisaje

que me habita

con esa melodía

tan exacta

que no distingo

de qué lado del sueño está lloviendo.




Avisos clasificados

1.


Canjeo diez palabras repetidas

por una nueva.

O por dos olvidadas.

2.

Dueño alquila destino.


3.

Vendo nubes blancas, rosadas y anaranjadas.

Ideales para compartir atardeceres.


4.

Se venden velas

para escuchar plegarias

deseos y orgasmos.


5.

Vendo reloj de arena

con tiempo reversible.


6.

Canjeo cien litros de miedo

por tres gotas de osadía.


7.

Vendo tornillos sin vueltas.


8.

Vendo sombras diurnas a $100.

Oferta: sombras nocturnas a $20.


9.

Se venden platos a prueba de sustos, resbalones y Parkinson.


10.

Canjeo cien años de certezas

por un momento de misterio.


11.

Ajusto corazones

con problemas de ritmo.




Último poema a Julio


Lamento, lo siento.

Pero es así.

Te fuiste. Me fui

vos a tu nieve en París

yo a mi palmera tropical

tu Sena y mi Cid campeador


A veces los caminos se bifurcan.

sin pensar, sin decidir.

A veces simplemente sucede.


Y no es olvidar, no es negar

que fue hermoso.

A veces las valijas viajan

a horizontes diferentes

y el impulso se va donde ellas.


Yo sigo viendo horneros

y sonrío y agradezco

las palabras las caricias

las noches extenuadas

las tardes de domingo.



 

Lo que quedó de Zeus (crónica)



Bien en lo alto y más allá del horizonte espío, como una voyeur, un cúmulo de nubes formando un atrio como un Olimpo clásico y contemporáneo.

No es miedo, es perplejidad ante el despliegue de esa fuerza mítica, es presenciar a Zeus esparciendo rayos a mansalva. Casi puedo entrever el ruedo de su túnica, sus sandalias.

Estoy a varios kilómetros, supongo, contenida dentro del avión, pero no a salvo de la sobredimensión de la que soy testigo: el blancor de una actividad casi volcánica que se despliega como un secreto a voces. Ellos, los dioses, decidiendo el destino de los mortales, y nosotros, perdiendo las coordenadas, sin entender en qué punto de la historia estamos volando.

Quiero que el tiempo no pase, quiero espiar un poco más cómo es que la vida de los dioses quedó para siempre grabada en nuestra amnesia.



 



 
 
 

Comments


©2021 by Betina Mariel Bensignor.

bottom of page