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Crónicas y poemas

Actualizado: 2 may



Escucho caer la lluvia (Cortazariana)


Acabo de sacarme el día

Lo tenía adherido al cuerpo

Me saqué el aire de mi estudio

las horas de trabajo

Me sacudí el esmog de la avenida

el viaje en colectivos y ascensores

Estoy por acostarme

y escucho caer la lluvia

No hay melodía más exacta

que este mar de nubes

devenido en gotas

cinceladas contra el vidrio

Las escucho caer

una a una

como un collar

que se desgrana contra el suelo

Me deslizo entre las sábanas

Inicio un nuevo viaje

sin el cansancio de las horas

Dormir es despertar

a otro paisaje

que me habita

con esa melodía

tan exacta

que no distingo

de qué lado del sueño está lloviendo.




Avisos clasificados

1.


Canjeo diez palabras repetidas

por una nueva.

O por dos olvidadas.

2.

Dueño alquila destino.


3.

Vendo nubes blancas, rosadas y anaranjadas.

Ideales para compartir atardeceres.


4.

Se venden velas

para escuchar plegarias

deseos y orgasmos.


5.

Vendo reloj de arena

con tiempo reversible.


6.

Canjeo cien litros de miedo

por tres gotas de osadía.


7.

Vendo tornillos sin vueltas.


8.

Vendo sombras diurnas a $100.

Oferta: sombras nocturnas a $20.


9.

Se venden platos a prueba de sustos, resbalones y Parkinson.


10.

Canjeo cien años de certezas

por un momento de misterio.


11.

Ajusto corazones

con problemas de ritmo.




Último poema a Julio


Lamento, lo siento.

Pero es así.

Te fuiste. Me fui

vos a tu nieve en París

yo a mi palmera tropical

tu Sena y mi Cid campeador


A veces los caminos se bifurcan.

sin pensar, sin decidir.

A veces simplemente sucede.


Y no es olvidar, no es negar

que fue hermoso.

A veces las valijas viajan

a horizontes diferentes

y el impulso se va donde ellas.


Yo sigo viendo horneros

y sonrío y agradezco

las palabras las caricias

las noches extenuadas

las tardes de domingo.



 

Canción de cuna para la vida


Es tan dulce quererte

tan tierno arrullarte.

Mis ojos te mecen,

mis brazos te cantan.


Te acuno, vida mía,

tan liviana y flexible

que pareces una hoja,

una hoja violeta

que surca el aire de la tarde

como un soplo del viento.


Te mezco, vida mía,

pequeña e infinita

como mis manos

que nunca paran de acariciarte,

como mis labios,

que nunca dejan de besarte

una y otra vez,

una y otra vez.


Acúname también, vida mía

sostenme en tus brazos,

no dejes de acunarme

no antes que llegue la hora.


Aún vibro y canto

aún amo y sueño.

Todavía no, vida mía,

aún mis hombros danzan

y te buscan y te abrazan.


Déjame mecerte

y mecerme en tus brazos

como cuando era niña

y me arrullabas

las noches de lluvia

y yo confiada y serena

esperaba que llegara el día.



 



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